Del laberinto de la Soledad
Cuando era niño todo me parecía inalterable, es decir, veía a mi alrededor en la casa de mi abuela e inconscientemente pensaba: – Las cosas son así en mi México -, no existía otra realidad, los héroes y el mundo excitante de personas que lograban algo como si de un mundo lejano y fantástico se tratase estaban afuera, en otros países, en esos países de los que me hablaban las películas, ¿Cuántas veces desee que México pudiera contar historias como la que los Yankees me gritaban en la cara?; pero esto era un sueño, sabia de los Aztecas, claro, y de los Mayas, pero muy superficialmente y cuando supe de manera formal en la escuela algo mas sobre ellos, se hizo hincapié en que fueron derrotados, por un numero menor de españoles, siempre entendí, además, que yo no era indio, obviamente tampoco español, ¿que era entonces?, la respuesta la buscaba eso si, sin muchos resultados.
Nunca, ni aun en los mas tiernos años de mi vida me ha gustado hacer las cosas como los demás, ni adoptar algo solo porque me lo digan, o algo totalmente ajeno a mi, yo no levantaria plegarias a dioses que no me pertenecen solo por verme diferente, yo nunca haría eso, lo haría si pudiera hacerlo a Quetzalcóatl o a Kukulkan, no por pretencioso o por “farol”, sino porque definitivamente pertenezco mas a ellos que a dioses africanos, Hindúes o de otro lado; así pues buscaba que era y quien me lo pudiera explicar, quería de una manera u otra, a algo o alguien que me enseñara que en mi tierra también existían o existieron reyes, imperios, palacios o aun mas intemporal: héroes y heroicidad, quería ver como se podía hablar de México con la fascinación tal con la que yo oía hablar de los Alemanes y sus ancestros vikingos en grandes navíos con proa de dragón.
Llegue muchas veces a caer en el vicio de insultar a alguien llamándole indio y que México me pareciera el país mas anodino y vulgar que existiera, hasta que un buen día llego a mis manos El Laberinto de la Soledad de Octavio Paz, comencé a leerlo mas por la fama del nombre del autor que por otra cosa, lo que encontré impreso en su papel me dio respuestas, al fin las respuestas que yo esperaba que alguien me dijera, Paz logro conectar el pasado remoto y que parecía tan ajeno, un pasado de dioses mexicanos a mi presente, este señor de la nada empezó a decirme que éramos el producto de un crisol de razas mágicas, valientes, algunas agresivas, pero todas con una expresión que vale muchos volúmenes por si solas, encontré pues la expresión de lo que es el mexicano y la mexicanidad, pero lo valido, o no, de la afirmación de Paz se minimiza cuando personalmente encuentro que es justo lo que quería encontrar, muchas veces por no poder ser de otra manera según la lógica y otras por encajar perfectamente las piezas con los huecos que se habían hecho en el rompecabezas de mis ideas, ni siquiera tengo que decir que mi visión de los indígenas cambio, la visión que antes me parecía normal y totalmente ordinaria en la casa de mis abuelos cambio para siempre, ahora todo me parecía mas digno y orgulloso, aun las tapias viejas y las paredes agrietadas mostrando sus costillas de adobe, encontré ritos ancestrales y mágicos al ver a mi abuela moliendo Tonacáyotl, maíz, para su prole, las pequeñas fiestas del rancho de mis abuelos mostraban ahora su verdadera razón de ser y el porque de su existencia, mi propia nación y mi propio ser ahora tenían bases, ancestros, linaje, admire mas que nunca el color moreno de mi papa, color que siempre atribuí al trabajo en el campo, ahora, abusando del cariño que le tengo, le prodigaba una manta imaginaria y un macuihuitl, la legendaria y típica espada prehispánica, había hecho de mi padre mi propio héroe legendario por su color, después aprendí que mi madre también lo era por otras cosas no menos gloriosas, Paz hizo que me enamorara de mi país y que de ninguna manera desdeñara lo mexicano, desde la época precolombina hasta nuestros días.
No puedo hacer mi comentario de un capitulo en especial, tengo favoritos claro, pero el libro en su conjunto es lo que me gusta, Paz habla en su obra de momentos cruciales en la historia de México, desde su pasado de obsidiana, plumas y jade, hasta el movimiento del 68, ubicándolo todo en un contexto mundial, pasa también por la parte psicológica y de ahí viene el nombre mismo del libro, el mexicano se siente solo, tal ves por su violento nacimiento, se ha convertido en un huérfano o por los siglos de opresión, pero esta ahí, no es una raza callada y sumisa, ni tampoco parias del mundo, el mexicano “no se raja”, no se abre a los demás, lo que venga no será adaptado tan fácil, al menos no de verdad, de manera personal las cosas son así: podré ver películas de Stallone y Schwarzenegger pero sigo pensando que Villa les partía su madre a los dos.
En lo único que estoy en desacuerdo es en una frase, Paz menciona que no son los Tlaxcaltecas los primeros que traicionan a México, son sus dioses, que sus dioses lo han abandonado, tal ves sea al contrario y nuestros dioses regresaran con toda su fuerza cuando dejemos de traicionarlos y nos acordemos de ellos.
Seas quien seas, no seas indiferente con tu historia.Nunca, ni aun en los mas tiernos años de mi vida me ha gustado hacer las cosas como los demás, ni adoptar algo solo porque me lo digan, o algo totalmente ajeno a mi, yo no levantaria plegarias a dioses que no me pertenecen solo por verme diferente, yo nunca haría eso, lo haría si pudiera hacerlo a Quetzalcóatl o a Kukulkan, no por pretencioso o por “farol”, sino porque definitivamente pertenezco mas a ellos que a dioses africanos, Hindúes o de otro lado; así pues buscaba que era y quien me lo pudiera explicar, quería de una manera u otra, a algo o alguien que me enseñara que en mi tierra también existían o existieron reyes, imperios, palacios o aun mas intemporal: héroes y heroicidad, quería ver como se podía hablar de México con la fascinación tal con la que yo oía hablar de los Alemanes y sus ancestros vikingos en grandes navíos con proa de dragón.
Llegue muchas veces a caer en el vicio de insultar a alguien llamándole indio y que México me pareciera el país mas anodino y vulgar que existiera, hasta que un buen día llego a mis manos El Laberinto de la Soledad de Octavio Paz, comencé a leerlo mas por la fama del nombre del autor que por otra cosa, lo que encontré impreso en su papel me dio respuestas, al fin las respuestas que yo esperaba que alguien me dijera, Paz logro conectar el pasado remoto y que parecía tan ajeno, un pasado de dioses mexicanos a mi presente, este señor de la nada empezó a decirme que éramos el producto de un crisol de razas mágicas, valientes, algunas agresivas, pero todas con una expresión que vale muchos volúmenes por si solas, encontré pues la expresión de lo que es el mexicano y la mexicanidad, pero lo valido, o no, de la afirmación de Paz se minimiza cuando personalmente encuentro que es justo lo que quería encontrar, muchas veces por no poder ser de otra manera según la lógica y otras por encajar perfectamente las piezas con los huecos que se habían hecho en el rompecabezas de mis ideas, ni siquiera tengo que decir que mi visión de los indígenas cambio, la visión que antes me parecía normal y totalmente ordinaria en la casa de mis abuelos cambio para siempre, ahora todo me parecía mas digno y orgulloso, aun las tapias viejas y las paredes agrietadas mostrando sus costillas de adobe, encontré ritos ancestrales y mágicos al ver a mi abuela moliendo Tonacáyotl, maíz, para su prole, las pequeñas fiestas del rancho de mis abuelos mostraban ahora su verdadera razón de ser y el porque de su existencia, mi propia nación y mi propio ser ahora tenían bases, ancestros, linaje, admire mas que nunca el color moreno de mi papa, color que siempre atribuí al trabajo en el campo, ahora, abusando del cariño que le tengo, le prodigaba una manta imaginaria y un macuihuitl, la legendaria y típica espada prehispánica, había hecho de mi padre mi propio héroe legendario por su color, después aprendí que mi madre también lo era por otras cosas no menos gloriosas, Paz hizo que me enamorara de mi país y que de ninguna manera desdeñara lo mexicano, desde la época precolombina hasta nuestros días.
No puedo hacer mi comentario de un capitulo en especial, tengo favoritos claro, pero el libro en su conjunto es lo que me gusta, Paz habla en su obra de momentos cruciales en la historia de México, desde su pasado de obsidiana, plumas y jade, hasta el movimiento del 68, ubicándolo todo en un contexto mundial, pasa también por la parte psicológica y de ahí viene el nombre mismo del libro, el mexicano se siente solo, tal ves por su violento nacimiento, se ha convertido en un huérfano o por los siglos de opresión, pero esta ahí, no es una raza callada y sumisa, ni tampoco parias del mundo, el mexicano “no se raja”, no se abre a los demás, lo que venga no será adaptado tan fácil, al menos no de verdad, de manera personal las cosas son así: podré ver películas de Stallone y Schwarzenegger pero sigo pensando que Villa les partía su madre a los dos.
En lo único que estoy en desacuerdo es en una frase, Paz menciona que no son los Tlaxcaltecas los primeros que traicionan a México, son sus dioses, que sus dioses lo han abandonado, tal ves sea al contrario y nuestros dioses regresaran con toda su fuerza cuando dejemos de traicionarlos y nos acordemos de ellos.

Por Macolia
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